Estoy segura que no elegiste dónde ni cuándo nacer, pero me
pregunto si actualmente vives y trabajas en donde lo has elegido?
Si tu respuesta es SI, entonces ¿cómo has conseguido hacerlo? ¿Eres
conciente de PARA QUE estás en donde estás?
Y si la respuesta es NO, entonces me pregunto que te esta
impidiendo UTILIZAR TU LIBERTAD para hacer tu vida en otro lugar del mundo? O
qué te está impidiendo regresar a tu lugar de origen y hacer tu vida allí?
Mi cuñado es músico nació en argentina y vive con mi hermana en
Alemania, mi amiga Emily es coach, nació en Inglaterra y ahora vive en Australia, mi amiga
Carine es consultora nació en la isla de la Reunió y vive en Suiza, mi tío Rodolfo es
constructor nació en Mendoza y vive en Miami, mi amigo Luis es productor de
cine nació en Málaga y vive en California, mi amiga Gaby es socióloga nació en
Venezuela y vive en Barcelona, etc etc etc. Y por otra parte, tengo más de 100
amigos y familiares que nacieron en Argentina y nunca se han movido de allí.
Serías capaz de responder a la siguiente pregunta: ¿para qué
trabajas de esto y para qué vives aquí, ahora?
Cuando hago esta lista de respuestas, veo los valores que me
mueven en mi vida profesional y extra-profesional… Y qué bien se siente tener la
responsabilidad de seguir adelante en función de esos valores. Si soy la
responsable de esta elección, puedo disfrutarla, puedo sentir el placer de sus beneficios
y también asumir el precio que pago por ellos.
Vengo de una familia de inmigrantes, mis bisabuelos viajaron después
de la guerra a Argentina. Una parte de la familia eran italianos y otros
españoles. Llegaron a la nueva tierra con el anhelo de encontrar un mundo mejor
y realmente lo encontraron. Porque allí
tuvieron la oportunidad de empezar de nuevo. Uno de mis bisabuelos era
analfabeto y cuando llegó a Argentina, se dio cuenta que en España lo habían
estafado y todo su dinero era falso. Eso sí que fue empezar de nuevo! Y desde
ese vacío económico y en un mundo desconocido, logró construir una familia con
5 hijos y muchos nietos y bisnietos.
Desde pequeña
siempre soñé con vivir en diferentes países, viajar, hablar diferentes idiomas
y conocer mas de un país en el mundo....Sin embargo, a medida que me fui
haciendo mayor cada vez en lugar de estar mas motivada, me sentía mas atemorizada...las
crisis económicas, el temor a lo desconocido, el miedo al error fueron sumando barreras internas que convertían mi deseo de
explorar en un reto cada vez más imposible de conseguir: “sino tengo ahorros,
sino hablo bien otro idioma, no conozco a nadie, y sino encuentro trabajo,
echaré de menos a mi gente, y si me enfermo y estoy sola... y si ... y si... y
si... y si me va mal y tengo que volver frustrada”.Parece que los años en lugar de desarrollarme
fortalezas me estaban llenando de limitaciones.
En ese entonces iba a un peluquero francés, yo le explicaba una y
otra vez mi miedo a arriesgarme y de viajar
a lo desconocido, y Frederic siempre me repetía la misma frase con su acento francés
“querida
abre tu mente”... De esta manera, me estaba indicando dónde estaba la
magia para volar hacia mis sueños. En un mes de agosto, 3 años después, nos encontrábamos
los dos comiendo fondue en la casa de su
abuela en Lyon, en Francia. A mi gran amigo Frederic, le debo una de las
recetas de cómo estar feliz en el extranjero. Desde que vivo en Barcelona, he
aprendido a gestionar las dificultades como verdaderas oportunidades para
aprender. “ABRE TU MENTE” es tener la flexibilidad, la creatividad y el optimismo
que se necesita para darnos todos los permisos de disfrutar de otras opciones
profesionales, estudiantiles, laborales más allá de la famosa crisis o las
resistencias de nuestra mente.
Podemos viajar miles de kilómetros o estar siempre en el mismo
lugar. Es lo mismo, siempre y cuando sea tu decisión, y que realmente nos
estemos moviendo hacia lo que elegimos.
Hoy me siento una ciudadana del mundo, gracias a las voces
viajeras que escuché de mis padres en la infancia y al permiso que me di para
arriesgarme sin garantías, sosteniendo de que SIEMPRE ES MEJOR HACERLO QUE NO HABERLO
INTENTADO.
Ana Mariani